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“The Original Wave and the Small Riot”, Whale Nado, Nueve canciones como una canción infinita.

No voy a hablar desde tecnicismos musicales, no voy a buscar etiquetas, no habrá en mis latidos palabras como reverb, ni como rock, ni tendencias, ni paralelismo con otras bandas, no voy a citar a nadie, no voy a desplegar un itinerario de recursos lingüísticos, no quiero saber nada de la crítica musical, quiero sentir, quiero invadirme por dentro con los sonidos que Whale Nado nos regalan en su primer L.p. “The Original Wave and the Small Riot” (El Hombre –music).

Comienza el disco con lo que será una constante, su revolución instrumental, han elegido “Oopart” para empezar, siempre me gustan, especialmente, las primeras canciones de los primeros discos de una banda, creo que, consciente o inconscientemente, esa primera canción es un alegato a la filosofía personal del sonido que va a llegar después, incluso del sonido que desarrollará la banda en sus próximos discos, por tanto, creo en “Oopart”, creo que “Oopart” contiene el designio de la vitalidad personal de Whale Nado, su vaivén es el vaivén de los océanos, la música que la gravedad lunar aporta a los mares y mece en su oleaje.

 

Después llega “Annunnaki Naighbour”, con más ritmo, con un ritmo que asalta, que me mueve del asiento, que alarga mi zancada si camino, que les ha servido de single, e inmediatamente después llega otro single “Don´t Let Children Watch Tv.”, su primer videoclip realizado por el mago Lalo Davia, directo, sin contención, como un bucle rítmico que se instala en mis latidos, que me mueve la cabeza de un lado a otro, que me hipnotiza en ciertas partes, que me envuelve el cuerpo en una onda invisible y protectora, una onda que acaricia y me levanta de la silla si estoy sentado, una onda estática que es niebla a mi alrededor y que me protege de los peligros de la música mainstreem, porque Whale Nado son ellos mismos, y hacen lo que les da la gana con sus canciones, duren lo que duren.

Su cuarto corte parece dar una tregua en el comienzo, es “Will You Come?”, y lo que parece finalmente no es lo que es, porque no puedes relajarte mientras la escuches, porque aunque creas que vives en sus melodías un instante de calma, de repente estás sobre el sofá, tú sol@, bailando sin la necesidad de escuchar una letra, porque lo que estás escuchando son sensaciones, conexiones neuronales, diálogos musicales que van desde el estado líquido hasta el estado gaseoso, porque cuando escucho a Whale Nado soy gas en el desierto o liquido del universo, o material que inflama el aire en mis pulmones, en algo nuevo me convierto, en algo sin forma física, en algo más interno, algo mejor, algo antihumano y celebrativo, y de repente llega “Mlou Was Here” como una melodía imparable que me transmite amor, me transmite comprensión, me lleva a un paraje montañoso donde soy árboles y plantas entrelazándose en un fractal perfectamente conectado, como un patrón musical sin estructura pero al mismo tiempo estructurado en sentimientos que son indispensables para que la música transmita esa emoción en la que nace, eso es “Mlou Was Here”, el nacimiento de la emoción, y por eso queda en el centro de las nueve canciones que completan “The Original Wave and the Small Riot”, porque “Mlou Was Here” es el equilibrio, y como todo equilibrio es indispensable para que el resto, lo anterior y lo siguiente, tenga sentido, como todo lo que tiene que ver con el amor.

Llega “Glass” y me transporta hacia el final de un viaje, un viaje que está siendo sentencia para mi argumento, un viaje delicado y salvaje, un viaje que como todo viaje vale más por el mismo recorrido que por el lugar a donde llegaremos, y el viaje esta siendo un emblema, una bandera, una señal, un laberinto del que no quiero salir, solo quiero dar vueltas por la arquitectura del sonido que Whale Nado me está regalando, un viaje que me brinda la posibilidad de olvidar que soy una persona, porque mientras escucho “The Original Wave and the Small Riot” soy una partícula de materia oscura, algo innombrable, material por descubrir, danza milenaria, huida y encuentro, magia. Llega “Goodbye Chicarrones” y ya no sé distinguir entre canciones, siento que todas las canciones de este disco se han unido para ser una única canción, una canción infinita que habla con más fuerza que cualquier palabras, todas las canciones de este disco se han unido para ser en mí una sensación veraz del consuelo, del sosiego, de la realidad utópica que persigo, todas las canciones de este disco se han unido para hacerme creer en el algo que va más allá de la música, de los cuerpos, de la comprensión e incluso de las emociones, y no quiero que deje de sonar nunca esta canción infinita que es “The Original Wave and the Small Riot”, y mientras pienso y escribo esto me asalta el comienzo de “Winchester Soul”, que también sirvió de single a la banda, y posee una cuenta que va desde el uno hasta el tres pero que siento ir desde el o al infinito, porque el infinito es cero, es potencia, es fuerza, es voz sin la necesidad de la palabra, es la palabra sin la necesidad de voz, porque Whale Nado son un canto sordo, el cuchicheo de los chamanes, el vértigo innato de un suicida que solo cree en la vida pero que no cree en esta vida, sino en la siguiente, y mientras la siguiente vida llega va llegando también la última canción del disco, “Ignore Alien Orders”, que entiendo como un estado de coma, donde los colores y las formas son relativos, donde la percepción se ha convertido ya en otra cosa, donde nada se puede tocar, donde todo el viento psicodélico, ruido que empatiza con este viaje que llega a su fin, y donde el fin es, definitivamente el comienzo, donde nace la sensación infinita de necesitar escuchar otra vez el disco desde el principio y hasta el final, porque, queramos o no, la vida es cíclica hasta la muerte, de la que nada sabemos, solo que la física del cuerpo desaparece, así que puedo asegurar que he estado muerto nueve canciones, pero que al mismo tiempo he estado más vivo que nunca, flotando en un espacio reservado para la valentía, ese espacio que bien conocen, aunque ni siquiera lo sepan, Javier Val, Joaquín Rovira y Jesús Cifuentes: Whale Nado, GRACIAS, pocas veces puede una persona desprenderse de su cuerpo.

 

Escrito por @DavidSarrión para El Hombre -music-

Fotos de @IRB para El Hombre -music- en concierto presentación

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